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martes, 26 de marzo de 2013

¿Por qué se titula nuestro blog "Luciérnaga siempre... tu pensamiento?


Sé que much@s colegas y alumn@s tendrán a flor de labios aquello de “Y bueno... qué querés... Ana es profesora de Literatura”.
Es un mito tan divertido y redivivo ése de que quienes nos dedicamos a esa asignatura, y también nuestr@s herman@s de Filosofía, vivimos en las nubes y hablamos otro lenguaje, que sin duda aleteó en unas cuantas hipótesis.

Pero, ocurre que esta vez (y advierto que rara vez), el título no fue producto de ninguna postura exótica, ni ante la Vida ni ante la Educación.
En realidad, este título es patrimonio de Tod@s l@s Docentes que minuto a minuto, hora tras hora, día tras día, año tras año, seguimos la huella de un Deseo: el deseo de que nuest@s adolescentes hallen la manera más personal de encontrarse con su propia esencia y la planten con dignidad y valentía en este mundo tan siniestrado que heredan de nosotros.

Trabajar con el peso de esa incertidumbre es una cuestión que reclama, ante todo, lidiar con la prevención. Prevenir es, actualmente, la única actitud que puede detener esa sangría espantosa de cientos de jóvenes ingresando y reingresando a las cárceles. ¿Y qué significa prevenir, en la práctica que nos atañe ?

En principio, es ese compromiso que abrazamos cuando elegimos esta profesión tan conmovedora, ese compromiso que el Che Guevara expresara en aquella frase insustituible (le guste o disguste a quien sea) de “El conocimiento nos hace responsables”. Para el docente, la primera responsabilidad es la de pensar, medir, calibrar, cuál será el efecto de su hacer o su no hacer sobre la persona a la que va acompañando en su viaje de autodescubrimiento y que, curiosamente,  también es compañía reveladora para  él, a pesar de la distancia etaria que los separa. Por eso, “luciérnaga siempre... tu pensamiento”. PENSAR ES LA PRIMERA MEDIDA PREVENTIVA DEL ADULTO.

Y PENSAR ES LA GOTITA CON LA QUE HORADAMOS la naturaleza desprevenida de nuestr@s jóvenes para que comiencen a concientizar de que, como seres infinitamente vulnerables,  no podemos actuar sin medir las consecuencias de nuestros actos. Sé que la mayoría de l@s docentes lo hacemos; lo sé muy especialmente a través de las propias palabras de nuestr@s alumn@s, cuando ya egresados del Liceo, recuerdan y agradecen ese aprendizaje en particular.

En definitiva: la luz no está afuera; afuera hay mucha oscuridad.
Y no quiero recordar aquello tan hermoso de Galeano de que todos somos “fueguitos”, porque éste no era mi turno y cientos de fotografías y de textos que testimonian muchos años de trabajo en esta Casa de Todos, aguardan ansiosamente su instante de protagonismo. El tiempo pasa velozmente pero la luz, la luz  es más rauda que el tiempo (¡JA JA; al fin le ganamos una!)



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